Tuvo que ser el mar,
el
testigo impecable
luciendo
en sus espumas el color de la gala.
Yo
no esperaba a nadie
tu
paseabas los días sin otra pretensión
de
no rimar presente con pasado
y
de repente todo,
una
acumulación de iniciativas
dispuso
que las flores serian para siempre nuestro eco.
Nos
entramos en punto,
en
un rincón del año (Huidobro) 2009
en
un café cualquiera con titulo gallego,
bastó
una sola mano para pulsar el rumbo
y
condenar por siempre la costumbre de estar sin compañía.
Esos
ojos azules donde me miré tanto
agitaron
sonrojos a mis años cincuenta,
esa
voz necesaria para dibujar mundos
para
escuchar sin rima todos tus soniquetes.
Eres
tú, esa parte sencilla de la vida
que
todo el mundo añora,
un
obsequio sin precio
me
presentó la vida
cuando
muchos me suponían enterrada.
Contigo
inicié la vida desde cero
estabas
situado a la otra orilla del dolor,
ya
he borrado los días que carecían de ti
aquellos
que sangraba por todos los alientos.
He
borrado las puertas
para
abrirte por siempre
verbos
quietos y adjetivos corpóreos,
habitas
mi proscenio
en
una obra exclusiva no apta para el público.
Me
rebosan las gaviotas de tu cielo
y
hacen piruetas los gorriones celosos,
contigo
se suceden los colores
y
me paso la noche contando los te quieros.
Avanza
el mundo mientras yo
vivo
al azar de tus manos
que
son un cielo fecundo
donde
todo se suma
en
un valle inmenso de inagotable primavera.
Es
inminente el beso y la verdad de tus flores
y
a pesar de mis años me siento adolescente
eres
una continuidad de la ternura
una
aurora perpetua
que
siempre me ubica en el centro del equilibrio
Te
pertenece todo
eres
mi pan de cada día
contigo
yo he trabado un idilio de fuego
ese
costado tan mio donde acoplo mi espalda
tendida
en tu desnudo
procedo
a seducirte
y
la luna se cela
en
esa alcoba nuestra de ansia cristalina
donde
tú y yo somos la sinalefa de la noche.
A
ti entrego mi vida por todas las razones y todos los porqués.
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